Atmósfera terrestre |
Atmósfera, mezcla de varios gases que rodea un
objeto celeste (como la Tierra) cuando éste cuenta con un campo
gravitatorio suficiente para impedir que escapen.
La atmósfera terrestre está constituida
principalmente por nitrógeno (78%) y oxígeno (21%). El
1% restante lo forman el argón (0,9%), el dióxido de
carbono (0,03%), distintas proporciones de vapor de agua, y trazas de
hidrógeno, ozono, metano, monóxido de carbono, helio, neón, kriptón
y xenón.
El estudio de muestras indica que hasta los
88 km por encima del nivel del mar la composición de la atmósfera es
sustancialmente la misma que al nivel del suelo. El movimiento continuo
ocasionado por las corrientes atmosféricas contrarresta la tendencia de los
gases más pesados a permanecer por debajo de los más ligeros.
El contenido en vapor de agua del aire varía
considerablemente en función de la temperatura y de la humedad relativa. Con un
100% de humedad relativa, máxima cantidad de vapor de agua admisible a una
determinada temperatura, la cantidad de vapor de agua varía de 190 partes por
millón (ppm) a -40 °C hasta 42.000 ppm a 30 °C. Otros elementos que en ocasiones
constituyen parte de la atmósfera en cantidades minúsculas son el
amoníaco, el sulfuro de hidrógeno y óxidos, como los de azufre y
nitrógeno cerca de los volcanes, arrastrados por la lluvia o la nieve.
La actual mezcla de gases se ha desarrollado a lo largo de 4.500 millones de
años. La atmósfera primigenia debió estar compuesta únicamente de emanaciones
volcánicas. Los gases que emiten los volcanes actuales están formados por una
mezcla de vapor de agua, dióxido de carbono, dióxido de azufre y nitrógeno, sin
rastro apenas de oxígeno. Si ésta era la masa gaseosa presente en la atmósfera
primitiva, han tenido que desarrollarse una serie de procesos para dar lugar a
la atmósfera actual. Uno de ellos fue la condensación. Al enfriarse, la mayor
parte del vapor de agua de origen volcánico se condensó, dando lugar a los
antiguos océanos. También se produjeron reacciones químicas. Parte del dióxido
de carbono debió reaccionar con las rocas de la corteza terrestre para formar
carbonatos, algunos de los cuales se disolverían en los nuevos
océanos. Más tarde, cuando evolucionó en ellos la vida primitiva capaz de
realizar la fotosíntesis, los organismos marinos recién aparecidos
empezaron a producir oxígeno. Se cree que casi todo el oxígeno que en la
actualidad se encuentra libre en el aire procede de la combinación fotosintética
de dióxido de carbono y agua. Hace unos 570 millones de años, el contenido en
oxígeno de la atmósfera y los océanos aumentó lo bastante como para permitir la
existencia de la vida marina. Más tarde, hace unos 400 millones de años, la
atmósfera contenía el oxígeno suficiente para permitir la evolución de animales
terrestres capaces de respirar aire.
La atmósfera se divide en varias capas. En la
capa inferior, la troposfera, la temperatura suele bajar 5,5 °C por
cada 1.000 metros. Es la capa en la que se forman la mayor parte de las
nubes. La troposfera se extiende hasta unos 16 km en las regiones
tropicales (con una temperatura de -79 °C) y hasta unos 9,7 km en latitudes
templadas (con una temperatura de unos -51 °C). A continuación está la
estratosfera. En su parte inferior la temperatura es prácticamente
constante, o bien aumenta ligeramente con la altitud, especialmente en las
regiones tropicales. Dentro de la capa de ozono, aumenta más
rápidamente, con lo que, en los límites superiores de la estratosfera, casi a
50 km sobre el nivel del mar, es casi igual a la temperatura en la superficie
terrestre. El estrato llamado mesosfera, que va desde los 50 a los
80 km, se caracteriza por un marcado descenso de la temperatura al ir aumentando
la altura.
Gracias a las investigaciones sobre la
propagación y la reflexión de las ondas de radio, sabemos que a partir de los
80 km, la radiación ultravioleta, los rayos X y la lluvia de
electrones procedente del Sol ionizan varias capas de la atmósfera,
con lo que se convierten en conductoras de electricidad. Estas capas reflejan de
vuelta a la Tierra ciertas frecuencias de ondas de radio. Debido a la
concentración relativamente elevada de iones en la atmósfera por encima de los
80 km, esta capa, que se extiende hasta los 640 km, recibe el nombre de
ionosfera. También se la conoce como termosfera, a causa de las
altas temperaturas (en torno a los 400 km se alcanzan unos 1.200 °C). La región
que hay más allá de la ionosfera recibe el nombre de exosfera y se extiende
hasta los 9.600 km, lo que constituye el límite exterior de la atmósfera.
La troposfera y la mayor parte de la
estratosfera pueden explorarse mediante globos sonda preparados
para medir la presión y la temperatura del aire y equipados con
radiotransmisores que envían la información a estaciones terrestres. Se ha
explorado la atmósfera más allá de los 400 km de altitud con ayuda de satélites
que transmiten a tierra las lecturas realizadas por los instrumentos
meteorológicos. El estudio de la forma y el espectro de la aurora
ofrece información hasta altitudes de 800 kilómetros.
La densidad del aire seco al nivel del mar representa aproximadamente un 1/800
de la densidad del agua. A mayor altitud desciende con rapidez, siendo
proporcional a la presión e inversamente proporcional a la temperatura. La
presión se mide mediante un barómetro y su valor, expresado en
torrs, está relacionado con la altura a la que la presión atmosférica mantiene
una columna de mercurio; 1 torr equivale a 1 mm de mercurio. La presión
atmosférica normal a nivel del mar es de 760 torrs, o sea, 760 mm de mercurio.
En torno a los 5,6 km es de 380 torrs; la mitad de todo el aire presente en la
atmósfera se encuentra por debajo de este nivel. La presión disminuye más o
menos a la mitad por cada 5,6 km de ascensión. A una altitud de 80 km la presión
es de 0,007 torr.
Las actividades humanas están variando la
composición global de la atmósfera terrestre. Uno de los principales impactos,
debido fundamentalmente al uso de combustibles fósiles, ha sido el incremento de
la concentración de dióxido de carbono que puede afectar al clima planetario a
través del proceso conocido como efecto invernadero. La emisión de
dióxido de azufre y de óxidos de nitrógeno emitidos a la atmósfera por las
industrias y los vehículos origina la lluvia ácida, de efectos
dañinos sobre el medio ambiente. Véase Contaminación
atmosférica.
Hay similar preocupación por el brusco aumento
del contenido de metano en la atmósfera. Su concentración ha
aumentado un 11% desde 1978. Más o menos el 80% del gas es producido por
descomposición en arrozales, pantanos, intestinos de los animales herbívoros, y
por las termitas tropicales. Añadido al efecto invernadero, el
metano reduce el volumen atmosférico de iones hidroxilo, alterando así la
capacidad de la atmósfera para autodepurarse de contaminantes.
En la parte más baja de la atmósfera está
presente, en proporciones muy reducidas, el ozono, un isótopo del
oxígeno con tres átomos en cada molécula. La capa atmosférica que va de los 20 a
los 40 km tiene un mayor contenido en ozono, producido por la radiación
ultravioleta procedente del Sol. Pero, incluso en este estrato, el
porcentaje es sólo de un 0,001 por volumen. Las perturbaciones atmosféricas y
las corrientes descendentes arrastran distintas proporciones de ozono hacia la
superficie terrestre. En las capas bajas de la atmósfera, la actividad humana
incrementa la cantidad de ozono, que se convierte en un contaminante capaz de
ocasionar daños graves en las cosechas.
La capa de ozono se ha convertido en motivo
de preocupación desde comienzos de la década de 1970, cuando se descubrió que
los clorofluorocarbonos (CFC) estaban siendo vertidos a la atmósfera en grandes
cantidades a consecuencia de su empleo como refrigerantes y como propelentes en
los aerosoles. La preocupación se centraba en la posibilidad de que
estos compuestos, a través de la acción solar, pudiesen atacar fotoquímicamente
y destruir el ozono estratosférico, que protege la superficie del planeta del
exceso de radiación ultravioleta. Como consecuencia, los países industrializados
abandonaron la utilización de clorofluorocarbonos.
Para un estudio sobre la circulación del
aire en la atmósfera
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